Custodia

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Saludo

Bendición

sábado, 9 de diciembre de 2023

Oficio, lecturas, reflexiones y laudes +

 San Juan Diego Cuahtlatoatzim, memoria libre


Común de santos varones


Salterio: sábado de la primera semana


Nació alrededor del año 1474 de la estirpe de los indios nativos en el territorio que hoy es México. La Madre de Dios se le apareció en la colina del Tepeyac, vecina a la Ciudad de México, y por él, que era un varón dotado de una fe purísima, con su humildad y fervor consiguió que ahí se edificara una iglesia en honor de la Santísima Virgen María de Guadalupe, donde reposó en el Señor el año de 1548.


V/. -Señor, ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina



Ant: Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy» (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

 
Himno


Cantemos nuestra fe y, al confesarla,
unidas nuestras voces de creyentes,
pidamos al Señor que, al proclamarla,
inunde con su luz a nuestras mentes.

El gozo de creer sea alegría
de servir al Señor, y su Palabra
simiente en crecimiento día a día,
que al don de su verdad el mundo abra.

Clara es la fe y oscuro su camino
de gracia y libertad en puro encuentro,
si crees que Jesús es Dios que vino,
no está lejos de ti, sino muy dentro.

Legión es la asamblea de los santos,
que en el Señor Jesús puso confianza,
sus frutos de justicia fueron tantos
que vieron ya colmada su esperanza.

Demos gracias a Dios, que es nuestra roca,
sigamos a Jesús con entereza,
si nuestra fe vacila, si ella es poca,
su Espíritu de amor nos dará fuerza. Amén.



Salmo 104 - I: El Señor es fiel a sus promesas


Ant: Cantad al Señor y meditad sus maravillas.

Los apóstoles revelan a las naciones las maravillas realizadas por Dios en su venida (S. Atanasio)

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas,
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.

Recurrid al Señor y a su poder,
buscad contínuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
Él gobierna toda la tierra.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;

de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac,
confirmado como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel:
"A ti te daré el país cananeo,
como lote de vuestra heredad."

Cuando eran unos pocos mortales,
contados, y forasteros en el país,
cuando erraban de pueblo en pueblo,
de un reino a otra nación,
a nadie permitió que los molestase,
y por ellos castigó a reyes:
"No toquéis a mis ungidos,
no hagáis mal a mis profetas."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Cantad al Señor y meditad sus maravillas.

Segundo Salmo


Salmo 104 - II:


Ant: No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus calumniadores.

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo;

le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó.

El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones,
para que a su gusto instruyera a los príncipes
y enseñase sabiduría a los ancianos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus calumniadores.

Tercer Salmo


Salmo 104 - III:


Ant: Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría.

Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob se hospedó en la tierra de Cam.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.

A éstos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos.
Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam.

Envió la oscuridad, y oscureció,
pero ellos resistieron a sus palabras;
convirtió sus aguas en sangre,
y dio muerte a sus peces;
su tierra pululaba de ranas,
hasta en la alcoba del rey.

Ordenó que vinieran tábanos
y mosquitos por todo el territorio;
les dio en vez de lluvia granizo,
llamas de fuego por su tierra;
e hirió higueras y viñas,
tronchó los árboles del país.

Ordenó que viniera la langosta,
saltamontes innumerables,
que roían la hierba de su tierra,
y devoraron los frutos de sus campos.
Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.

Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
entre sus tribus nadie tropezaba;
los Egipcios se alegraban de su marcha,
porque los había sobrecogido el terror.

Tendió una nube que los cubriese,
y un fuego que los alumbrase de noche.
Lo pidieron, y envió codornices,
los sació con pan del cielo;
hendió la peña, y brotaron las aguas,
que corrieron en ríos por el desierto.

Porque se acordaba de la palabra sagrada,
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.

Les asignó las tierras de los gentiles,
y poseyeron las haciendas de las naciones:
para que guarden sus decretos,
y cumplan su ley.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría.

Lectura Bíblica


V/. Venid a ver las obras del Señor.

R/. Las maravillas que hace en la tierra.

El vigía anuncia la caída de Babilonia


Lectura del libro del profeta Isaías
Is 21,6-12 (del lecc. único)

Así me ha dicho el Señor: «Ve y coloca un vigía: lo que vea, que lo anuncie. Si ve gente montada, un par de jinetes, montados en jumentos o montados en camellos, que preste atención, mucha atención y que grite: "Lo veo."»

Como vigía, Señor, yo mismo estoy de pie toda la jornada, y en mi centinela yo sigo erguido toda la noche.

Mirad: llega gente montada, un par de jinetes, y anuncian: «Ha caído, ha caído Babilonia; las estatuas de sus dioses yacen destrozadas por tierra.»

Pueblo mío, trillado en la era, lo que he escuchado del Señor de los ejércitos, Dios de Israel, yo te lo anuncio.

Oráculo contra Duma. Uno me grita desde Seír: «Vigía, ¿qué queda de la noche? Vigía, ¿qué queda de la noche?» Responde el vigía: «Vendrá la mañana y también la noche. Si queréis preguntar, preguntad, venid otra vez.»

R/. Gritó el ángel a pleno pulmón: «¡Cayó, cayó la gran Babilonia!» Luego oí otra voz del cielo que decía: «Pueblo mío, sal de ella para no haceros cómplices de sus pecados.»

V/. Porque sus pecados han llegado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus crímenes.

R/. «Pueblo mío, sal de ella para no haceros cómplices de sus pecados.»

Lectura Patrística


Dios escoge lo débil del mundo para confundir a lo fuerte
San Juan Pablo II, papa

Decreto de canonización (31 de julio de 2002)

»Exaltó a los humildes» (Lc 1, 52). La mirada de Dios Padre se posó en el humilde indio mexicano, Juan Diego, a quien enriqueció con el don de renacer en Cristo, de contemplar el rostro de María Santísima y de aportar su colaboración para la evangelización de todo el Continente Americano. De lo que se colige cuán ciertas son las palabras con las que el Apóstol Pablo nos enseña la pedagogía divina de realizar su salvación:

«Dios elige a lo innoble y despreciable del mundo, a lo que no es para destruir a lo que es, para que ninguna carne se gloríe en presencia de Dios.» (1 Cor. 2, 28-29). Este bienaventurado, a quien se le asigna el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir «águila que habla», nació en torno al año 1474 en Cuauhtitlan, cabe al Reino de Texcoco. Siendo ya adulto y unido en matrimonio, abrazó el Evangelio y, juntamente con su esposa, fue purificado con el agua bautismal, proponiéndose vivir bajo la luz de la fe y de acuerdo a las obligaciones asumidas ante Dios y la Iglesia.

El mes de diciembre del año 1531, yendo de camino hacia el sitio llamado Tlaltelolco, tuvo la aparición de la verdadera Madre de Dios, quien le mandó que solicitara del Obispo de México la edificación de un templo en el lugar de la aparición. El Obispo, atendiendo a sus instancias, le pidió una prueba evidente de ese admirable suceso. El día 12 de diciembre la Santísima Virgen María se le apareció de nuevo, lo consoló y le mandó que subiera a la cumbre de la del Tepeyac, y que ahí reuniera flores y que se las trajese. Aunque el frío invernal y la aridez del sitio hacían eso imposible, el bienaventurado encontró flores bellísimas, que colocó en su tilma y llevó a la Virgen. Esta le ordenó que las llevara al Obispo como prueba de la verdad. Ante él, Juan Diego desplegó su capa y permitió que cayeran las flores y, en ese momento, apareció en su tejido, maravillosamente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde ese momento se convirtió en el centro espiritual de la nación.

Construido el templo en honor de la Reina de los Cielos, el bienaventurado, movido por su piedad, dejó todo y dedicó su vida a cuidar esa pequeña ermita y a acoger a los peregrinos. Recorrió el camino de la Santidad en la caridad y oración, sacando fuerzas del banquete eucarístico de Nuestro Redentor, del culto a su Madre Santísima, de la comunión con la Santa Iglesia y de la obediencia a los Sacros Pastores. Cuantos lo conocieron quedaron maravillados del esplendor de sus virtudes, sobre todo de su fe, caridad, humildad y desprecio de las cosas terrenales.

Juan Diego observó fielmente el Evangelio en la simplicidad de la vida cotidiana, del todo conciente de que Dios no hace distinción de razas ni culturas y que a todos invita a convertirse en sus hijos. De este modo, el bienaventurado facilitó el camino para que todas las etnias indígenas de México y del Nuevo Mundo se incorporasen a Cristo y la Iglesia. Anduvo siempre con Dios hasta el día supremo, en 1548, en que lo llamó consigo. Su memoria, siempre asociada a la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, superó los siglos y ha alcanzado diversas regiones del Orbe.

R/. Dios escoge lo débil del mundo para confundir a lo fuerte; lo que no es, para que no se gloríe carne alguna ante su Rostro.

V/. Manifestó el poder de su brazo y exaltó a los humildes

R/. Para que no se gloríe carne alguna ante su Rostro.


Sábado, I semana de Adviento, feria

Is 30,19-21.23-26: Se apiadará a la voz de tu gemido.

Así dice el Señor, el Santo de Israel:

«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, porque se apiadará a la voz de tu gemido: apenas te oiga, te responderá. Aunque el Señor te dé el pan medido y el agua tasada, ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: "Éste es el camino, camina por él."

Te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo, y el grano de la cosecha del campo será rico y sustancioso; aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan en el campo comerán forraje fermentado, aventado con bieldo y horquilla. En todo monte elevado, en toda colina alta, habrá ríos y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.

La luz de la Cándida será como la luz del Ardiente, y la luz del Ardiente será siete veces mayor. Cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure la llaga de su golpe.»

Sal 146,1-2.3-4.5-6: Dichosos los que esperan en el Señor.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

Mt 9,35-10,1.6-8: Al ver a las muchedumbres, se compadeció de ellas.

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:

-«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»

Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.

A estos doce los envió con estas instrucciones:

-«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»

Pistas para la Lectio Divina

Autor: P. Fidel Oñoro Consuegra, cjm con el apoyo de la Sociedad de las Hijas de San Pablo en Colombia y el equipo del Instituto Bíblico Pastoral Latinoamericano de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Publicado en la edición "A la escucha del maestro".

Actitudes ante la venida del Señor (III): Buscar el perdón
Isaías 30,19-21.23-26
“Será la luz de la luna como la luz del sol meridiano...
el día que vende Yahveh la herida de su pueblo”

Todas las profecías anteriores nos han hablado de la trasformación que Dios está obrando y seguirá obrando hasta su plenitud en la historia humana. Hoy aparece en la profecía de Isaías lo que podemos considerar como la raíz de toda la fuerza trasformadora del mundo: el perdón.

El núcleo del anuncio profético de hoy está en las palabras finales: “Será la luz de la luna como la luz del sol meridiano, y la luz del sol meridiano será siete veces mayor ―con luz de siete días― el día que vende Yahveh la herida de su pueblo y cure la contusión de su golpe” (v.26).

El profeta Isaías compara al pecador perdonado con una luna que irradia con la intensidad del sol y con un sol cuya luminosidad es siete veces mayor a la normal. Así es como emerge desde dentro ―con nuevas energías― el hombre sanado hasta el fondo de su oscuridad por medio la experiencia del perdón de Dios.

¡Qué maravilla cuando se descubre y se experimenta el perdón de Dios! Veamos el itinerario de la profecía de hoy:

1. El fin del tiempo de las lágrimas (vv.19-21)

Cuando uno está en pecado se le cierran los horizontes; con sus decisiones equivocadas, cada uno se atrae sus propios males. El perdón es la base de una nueva fuerza de crecimiento, como bien había profetizado Isaías: “Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza” (v.15).

Pero el pueblo no tomó en serio estas palabras, por eso el profeta recrimina: “Pero no aceptasteis” (30,15b). Con su actitud, la gente se echa encima las consecuencias de su errada decisión, que la profecía describe en términos de castigo y cuyo daño no es distinto del que el hombre se ha provocado a sí mismo (vv.16b-17).

Pero Dios no soporta ver al hombre en esa situación: “Sin embargo aguardará Yahveh para haceros gracia, y así se levantará para compadeceros” (v.18). A Dios le duele el sufrimiento de su pueblo (ver Ex 3,7). Por eso Dios se inclina misericordiosamente ante el hombre para darle la mano.

Así el profeta vuelve a levantar su voz para anunciar que el tiempo del castigo va a terminar, que viene el tiempo del perdón, en el que el pueblo resurge renovado.

En perdón se dan cita dos actitudes, la de Dios y la del hombre:

• Por parte de Dios se enfatiza su prontitud. Es suficiente el clamor de su pueblo que gime bajo el peso de su pecado: “Ya no van a llorar más, el Señor se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te oiga, te responderá” (v.19).

• Por parte del hombre se enfatiza la apertura y la docilidad para darle un giro a la vida dejándose orientar por la llamada de Dios, quien es “Maestro” de vida: “Con tus propios ojos verás a tu Maestro y oirán tus oídos una llamada a la espalda, que te dirá cual es el camino que debes seguir” (vv.20b-21).

Una imagen sugerente aparece: Dios va delante y se coloca en las encrucijadas indicándole al caminante la ruta que debe seguir (v.21b).

Llama la atención el hecho de que se saque provecho de la experiencia negativa, porque en medio del sufrimiento se aprende a descubrir un sentido, esto es, se “escucha” y se “capta” cómo el Señor está presente en nuestro caminar guiando nuestro proyecto de vida, revelándose a sí mismo desde el fondo oscuro de nuestra fe.

Con todo, el profeta no pierde el realismo, porque a pesar de que se ha descubierto el rostro y los caminos de Dios, todavía hay sufrimientos que acompañan al hombre. Por eso dice: “Aunque el Señor os dé el agua tasada y el pan medido, ya no se esconderá tu Maestro” (v.20ª; para esta frase seguimos la traducción de Luis Alonso Schökel).

2. El comienzo de un nuevo tiempo de bendición (vv.23-26ª)

El hombre se encuentra ahora en una nueva situación, su base es la comunión con Dios. Pero para el profeta no es suficiente decir que se ha entrado en una vida nueva en la que se vive según Dios, también es importante anunciar en qué es lo que ella le trae de nuevo y de bueno al hombre.

En síntesis, en la vivencia del perdón-sanación se renuevan las bendiciones de Dios. El profeta lo describe con imágenes fuertes que evocan la potencia de la vida. Los versículos 23 a 26 observan cuidadosamente la potencia de la vida desde su expresión más pequeña en una semilla que brota en su sementera, hasta el hombre ―culmen de la pirámide de la creación― que pone a desarrollar todas su potencialidades.

La dinámica de la lectura, en esta parte, consiste en visualizar el proceso:

• Primero aparecen los campos. Sobre ellos Dios hace llover y cada grano que se encuentra en la sementara revienta para dar lo mejor de sí mismo (30,23a). El grano se vuelve trigo y el trigo se vuelve pan de buena calidad (“pan pingüe y sustancioso”).

• Luego, sobre ellos, vemos aparecer a los animales: (1) las ovejas (ganado menor) están pastando la hierba que acaba de germinar; (2) los bueyes y los asnos (ganado mayor) ya está recogido en el establo comiendo su forraje (30,23b-24). También aquí se destaca la cantidad y la buena calidad del alimento (“pastizal dilatado” y “forraje salado”).

• Finalmente aparece lo que genera vida: el agua y la luz. Sobre los campos poblados de animales escrutamos un poco más el paisaje y vemos las cimas de los montes convirtiéndose en estanques de agua (“aguas perennes”, v.25ª), garantizándose así el agua por mucho tiempo. Y todavía más arriba, en el cosmos, vemos la luna y el sol dilatando su capacidad iluminativa para que surja la vida y se sostenga por mucho tiempo (“la luz del sol siete veces mayor”, v.26ª).

Pero no se trata de una simple descripción de la naturaleza, sino de toda la potencia de vida que trae el tiempo de perdón: la trasformación del hombre es la trasformación del mundo entero.

3. La raíz de todo es el perdón (v.26b)

Encontramos una imagen fuerte al final: al tiempo que caen las torres enemigas (v.25b), es curada la herida de su pueblo (v.26).

El camino de crecimiento, en los caminos del Señor, es al mismo tiempo un camino en el que se suman todas sus bendiciones. El perdón es como una curación que da una nueva fuerza de vida.

Y esta profecía se realiza en Jesús (Mateo 9,35-10,1.6-8)

El evangelio nos anuncia a Jesús como MESÍAS MISERICORDIOSO que realiza esta obra de curación de su pueblo “vejado y abatido como ovejas que no tienen pastor” (v.36). Con la venida de Jesús termina el tiempo de las lágrimas y comienza el tiempo de la bendición en la que el pueblo es socorrido por muchos y buenos líderes que reúnen “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (v.6). Ellos, en nombre de Jesús y despojados de cualquier interés propio, proclaman la proximidad del Reino de Dios y sanan los sufrimientos del pueblo (vv.7-8). En Jesús y sus mensajeros la misericordia de Dios que responde al clamor de su pueblo es patente.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

Hoy estamos ante una de las expresiones más concretas de la fe, de la cual hablábamos ayer. En estos días, pensemos no sólo en los regalos y tarjetas que esperamos que nos den los amigos y familiares en la Navidad, pensemos más bien en lo que el Señor nos quiere dar ―el regalo que mejor responde a lo que está necesitando nuestro corazón―, el cual nos llevará a dar regalos nacidos del fondo de corazón a las personas que nos rodean: “Gratis recibisteis, dadlo gratis” (Mateo 9,8). El mayor de todos los regalos es el perdón y para ello “viene” el Señor. Desde lo más profundo de nuestro ser serán liberadas nuevas fuerzas de vida que atraerán muchas bendiciones sobre los que nos rodean cuando el Señor “sane nuestras heridas”.

1. ¿De qué necesito ser sanado? ¿Cuál es la causa de mi pecado? ¿Cuáles son las consecuencias de mi pecado?

2. ¿Cómo me estoy preparando para hacer en estos días del Adviento una buena confesión de mis pecados en la celebración de la misericordia que me ofrece la Iglesia por medio de sus mensajeros?

3. Y puesto que no se trata solamente de recibir, ¿qué puedo hacer en estos días por los que más sufren física y espiritualmente, de manera que mi vida sea una imagen viva de la cercanía misericordiosa de un Dios a quien le duele el sufrimiento de todas las personas?

Adviento. 1ª Semana. Sábado

EL BUEN PASTOR ANUNCIADO POR LOS PROFETAS


— Jesucristo es el Buen Pastor prometido por los Profetas. Nos conoce a cada uno por nuestro nombre.

— El Señor ha dejado en su Iglesia buenos pastores.

— Encontramos al Buen Pastor en la dirección espiritual.

I. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a la espalda: «Éste es el camino, caminad por él»1. Una de las gracias mayores que el Señor nos puede dar en esta vida es la de tener claro el camino que nos conduce a Él y contar con una persona que nos ayude a salir de nuestros desvíos y errores para retornar de nuevo al sendero bueno.

En muchos momentos de su historia, el pueblo de Dios se encontró sin rumbo y sin camino, en el desconcierto y abatimiento más grandes, por falta de verdaderos guías. Así halla el Señor a su pueblo: como ovejas sin pastor, según nos narra el Evangelio de la Misa de hoy2Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Sus guías se habían comportado más como lobos que como verdaderos pastores del rebaño.

En la larga espera del Antiguo Testamento, los Profetas anunciaron, con siglos de antelación, la llegada del Buen Pastor, el Mesías, que guiaría y cuidaría amorosamente su rebaño. Sería un pastor único3, que buscaría a la oveja perdida y a la extraviada, vendaría a la herida y curaría a la enferma4. Con Él, las ovejas estarían seguras y, en su nombre, habría otros buenos pastores con el encargo de cuidarlas y guiarlas: Les daré pastores que de verdad las apacienten, y ya no habrán de temer más, ni angustiarse ni afligirse5.

Yo soy el buen pastor6, dice Jesús. Ha venido al mundo para congregar al rebaño de Dios7Andabais, nos dice San Pedro, como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al pastor y guardián de vuestras almas8; viene el Buen Pastor para recoger a su rebaño de su extravío9, para guiarlo10, para defenderlo11, para alimentarlo12, para juzgarlo13, para conducirlo por fin hasta las praderas definitivas, junto a las aguas de la vida14.

Jesús es el Buen Pastor anunciado por los Profetas. En Él se cumplen al pie de la letra todas las profecías. Él conoce y llama a cada una de las ovejas por su nombre15. ¡Jesús nos conoce personalmente, nos llama, nos busca, nos cura! No nos sentimos perdidos en medio de una humanidad inmensa y sin nombre. Somos únicos para Él. Podemos decir con toda exactitud: Me amó y se entregó por mí16. Él distingue mi voz entre otras muchas. Ningún cristiano tiene derecho a decir que está solo. Jesucristo está con él, y si se ha perdido por los caminos del mal, el Buen Pastor ha salido ya en su busca. Solo la mala voluntad de la oveja puede hacer fracasar el desvelo del pastor; el no querer regresar al aprisco. Solo eso.

II. Además del título de Buen Pastor, Cristo se aplica a sí mismo la imagen de la puerta por la que se entra al aprisco de las ovejas, que es la Iglesia. Ella «es un redil cuya única y obligada puerta es Cristo. Es también una grey de la que el mismo Dios se profetizó Pastor, y cuyas ovejas, aunque conducidas ciertamente por pastores humanos, son, no obstante, guiadas y alimentadas continuamente por el mismo Cristo, Buen Pastor y Príncipe de los pastores, que dio su vida por las ovejas»17.

Jesús ha dispuesto que haya en su Iglesia buenos pastores para que en su nombre guarden y guíen a sus ovejas18. Por encima de todos y como Vicario suyo en la tierra estableció a Pedro y a sus sucesores19, a quienes hemos de tener una especial veneración, amor y obediencia. Junto al Papa y en comunión con él, a los obispos, como sucesores de los Apóstoles.

Los sacerdotes son buenos pastores, especialmente en la administración del sacramento de la Penitencia, donde nos curan de todas nuestras heridas y enfermedades. «Recuerden –decía Juan Pablo II– que su ministerio sacerdotal (...) está ordenado, de manera particular, a la gran solicitud del Buen Pastor, que es la solicitud por la salvación de todo hombre (...), que los hombres tengan vida, y la tengan en abundancia, para que ninguno se pierda, sino que tengan la vida eterna»20.

Cada cristiano debe ser un buen pastor también de sus hermanos, especialmente por medio de la corrección fraterna, del ejemplo y de la oración. Pensemos con frecuencia que de alguna forma también nosotros somos buenos pastores de las personas que Dios ha puesto a nuestro lado. Tenemos obligación de ayudarles –con el ejemplo y la oración– a que anden el camino de la santidad y perseveren en la correspondencia a los dones y llamadas del Buen Pastor, que nos conduce a los pastos de la vida eterna.

El oficio de buen pastor es un oficio delicado en extremo: exige mucho amor y mucha paciencia21, valentía22, competencia23, mansedumbre también, prontitud de ánimo24 y un gran sentido de la responsabilidad25. El descuido de esta misión ocasionaría gravísimos daños al pueblo de Dios26: «el mal pastor lleva a la muerte incluso a las ovejas fuertes»27.

«Cuatro son las condiciones que debe reunir el buen pastor. En primer lugar, el amor: fue precisamente la caridad la única virtud que el Señor exigió a Pedro para entregarle el cuidado de su rebaño. Luego, la vigilancia, para estar atento a las necesidades de las ovejas. En tercer lugar, la doctrina, con el fin de poder alimentar a los hombres hasta llevarlos a la salvación. Y finalmente la santidad e integridad de vida; esta es la principal de todas las cualidades»28.

A todos nos corresponde pedir insistentemente que no falten nunca los buenos pastores en la Iglesia. Especialmente hemos de pedir por aquellos que Dios ha constituido como buenos pastores para nuestras almas.

III. Cada uno de nosotros necesita un buen pastor que guíe su alma, pues nadie puede orientarse a sí mismo sin una ayuda especial de Dios. La falta de objetividad, el apasionamiento con que nos vemos a nosotros mismos y la pereza, van oscureciendo nuestro camino hacia el Señor. Y llega entonces el estancamiento espiritual, la tibieza y el desánimo. En cambio, «de manera semejante a como una nave que tiene buen timonel llega sin peligro a puerto, así también, el alma que tiene un buen pastor lo alcanza fácilmente, aunque haya cometido muchos errores»29.

«Cualquiera comprende sin dificultad que para realizar la ascensión de una montaña es necesario un guía; lo mismo sucede cuando se trata de la ascensión espiritual...; y tanto más, cuanto que en este caso hay que evitar los lazos que nos tiende alguien (el demonio) muy interesado en impedir que subamos»30.

La dirección espiritual nos es necesaria para que no tengamos que decir, al final de nuestra vida, lo mismo que los judíos después de vagar por el desierto sin rumbo ni sentido: 40 años hemos dado vueltas alrededor de la montaña31. Hemos vivido sin ton ni son, sin saber adónde íbamos, sin que el trabajo o el estudio nos acercara a Dios, sin que la amistad, la familia, la salud y la enfermedad, los éxitos o los fracasos nos ayudaran a dar un paso adelante en lo verdaderamente importante: la santidad, la salvación. Para que no tengamos que decir que hemos vivido de cualquier manera, sin sentido, entretenidos con cuatro cosas pasajeras. Y todo, porque nos faltaron unas metas sobrenaturales en las que luchar, un camino claro y un guía.

Puede ser necesario confiar a alguien la dirección de nuestra alma, porque todos necesitamos una palabra de aliento si llega el desánimo por nuestras derrotas en este camino de Dios. Precisamos entonces de esa voz amiga que nos dice ¡adelante!, ¡no debes pararte, porque tienes la gracia de Dios para superar cualquier dificultad! Dice el Espíritu Santo: Si uno cae el otro lo levanta: pero ¡ay del que está solo, que cuando cae no tiene quien le levante!32. Y con esa ayuda nos recomponemos por dentro, y sacamos fuerzas cuando nos parecía que ya no nos quedaba ninguna, y seguimos nuestro camino.

Es una gracia especial de Dios poder contar con esa persona amiga que nos ayuda eficazmente en algo de tanta importancia, a la que podemos abrir el alma en una confidencia llena de sentido humano y sobrenatural. ¡Qué alegría poder comunicar lo más íntimo de nuestros sentimientos, para orientarlos a Dios, a alguien que nos comprende, nos estima, nos abre horizontes nuevos, nos alienta, reza por nosotros, y tiene una gracia especial del Señor para ayudarnos! Pero es importante acudir al que es verdaderamente buen pastor para nosotros, aquel a quien el Señor quiere que acudamos.

San Lucas nos narra de qué manera el hijo pródigo siente la necesidad de descargar el peso que agobia su alma. También Judas se siente agobiado por la carga de su traición. El primero se dirige a quien tiene que ir y encuentra una paz que ni siquiera podía imaginar; restableció de nuevo su vida. Judas debió volver a Jesús, quien, a pesar de su pecado, lo hubiera acogido y confortado, como a Pedro. Fue, sin embargo, a quien no debía: a quienes eran incapaces de comprender, y, sobre todo, incapaces de dar a aquel hombre lo que necesitaba. ¿A nosotros qué? Allá tú, le dicen.

En la dirección espiritual encontramos al Buen Pastor que nos da las ayudas necesarias para no perdernos, para recuperar el camino si nos hubiéramos desorientado en nuestro andar hacia Cristo.

Nuestra Madre Santa María nos muestra siempre el sendero seguro que conduce a Cristo.


Salmo 118,145-152: XIX (Coph)


Ant: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Cántico AT


Exodo 15,1-4.8-13.17-18: Himno a Dios, después de la victoria del mar Rojo


Ant: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Los que habían vencido a la fiera cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios (Ap 15,2-3)

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es "El Señor."

Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.

Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: "Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano."

Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por tus proezas, autor de maravillas?

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Segundo Salmo


Salmo 116: Invitación universal a la alabanza divina


Ant: Alabad al Señor, todas las naciones.

Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15,9)

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Alabad al Señor, todas las naciones.

Lectura Bíblica


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Rm 12,1-2

Os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

V/. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

R/. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

V/. Y sus pasos no vacilan.

R/. La ley de su Dios.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

o bien:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Rm 12,1-2

Os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

V/. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

R/. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

V/. Rebosando de alegría.

R/. En la presencia de Dios.

V/. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/. Los justos se alegran en la presencia de Dios.

Cántico Evangélico


Cántico [en Español] [en Latín]

Ant: para un santo:: El que obra la verdad va a la luz para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.

para varios santos:: Dichosos los que trabajan por la paz; dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: para un santo:: El que obra la verdad va a la luz para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.

para varios santos:: Dichosos los que trabajan por la paz; dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Preces


Adoremos, hermanos a Cristo, el Dios santo y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémoslo, diciendo:

Tú solo eres santo, Señor

- Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.


- Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar en caminos de santidad.


- Señor Jesús, que quieres que seamos la sal de la tierra y la luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.


- Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.


- Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que en la gloria contemplemos tu rostro.


Se pueden añadir algunas intenciones libres.

ver las intenciones del Santo Padre para este mes de diciembre
ver las intenciones de oración de ETF

Con la misma confianza que tienen los hijos con su padres, acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Final


Oh Dios, que por medio del bienaventurado Juan Diego manifestaste a tu pueblo el amor de la Santísima Virgen María, concédenos, por su intercesión, que, obedientes a las recomendaciones de nuestra Madre de Guadalupe, podamos cumplir siempre tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

Si el que preside no es un ministro ordenado, o en el rezo individual:


(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)


V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
 

Si el que preside es un ministro ordenado, utiliza una de estas dos fórmulas finales:
(Fórmula larga)


V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros corazones y vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
V/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
 

(Fórmula breve)


V/. El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
V/. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo  y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
 

Si se despide a la asamblea se añade:


V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.

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