Custodia

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Saludo

Bendición

sábado, 9 de septiembre de 2023

Oficio, lecturas, reflexiones y laudes +

 Sábado, XXII semana del Tiempo Ordinario, feria




V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

Invitatorio

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

Ant: Escuchemos la voz del Señor, para que entremos en su descanso.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Escuchemos la voz del Señor, para que entremos en su descanso.
 
Himno

Padre nuestro,
Padre de todos,
líbrame del orgullo
de estar solo.

No vengo a la soledad
cuando vengo a la oración,
pues sé que, estando contigo,
con mis hermanos estoy;
y sé que, estando con ellos,
tú estás en medio, Señor.

No he venido a refugiarme
dentro de tu torreón,
como quien huye a un exilio
de aristocracia interior.
Pues vine huyendo del ruido,
pero de los hombres no.

Allí donde va un cristiano
no hay soledad, sino amor,
pues lleva toda la Iglesia
dentro de su corazón.
Y dice siempre «nosotros»,
incluso si dice «yo».

Salmo 135-I: Himno pascual

Ant: Solo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Solo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Salmo 135-II:

Ant: Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Él hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al faraón:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Salmo 135-III:

Ant: Dad gracias al Dios del cielo; Él nos libró de nuestros opresores.

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación, se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dad gracias al Dios del cielo; Él nos libró de nuestros opresores.

V/. Señor, enséñame tus caminos.

R/. Instrúyeme en tus sendas.

Lectura

V/. Señor, enséñame tus caminos.

R/. Instrúyeme en tus sendas.

Anuncio de salvación y de una alianza nueva


Jr 31,15-22.27-34

Así dice el Señor:

«Una voz se escucha en Ramá: gemidos y llanto amargo: Raquel está llorando a sus hijos, y no se consuela, porque ya no existen.»

Así dice el Señor:

«Aparta tu voz del llanto, tus ojos, de las lágrimas, porque tendrá salario tu trabajo -oráculo del Señor-, volverán del país enemigo. Hay esperanza para el porvenir -oráculo del Señor-, volverán los hijos a su patria.

Estoy escuchando lamentarse a Efraín: "Me has corregido, y he aprendido, como un novillo no domado. Conviérteme, y me convertiré, porque tú, Señor, eres mi Dios. Después de alejarme, me arrepentí, al comprenderlo, me golpeé el muslo. Estaba avergonzado y sonrojado de soportar el oprobio de mi juventud."

¿Es mi hijo querido Efraín? ¿Es el niño de mis delicias? Siempre que lo reprendo, me acuerdo de ello, y se me conmueven las entrañas, y cedo a la compasión -oráculo del Señor-.

Coloca mojones, planta señales, fíjate bien en la calzada por donde debes caminar; vuelve, doncella de Israel, vuelve a tus ciudades. ¿Hasta cuándo estarás indecisa, hija que ha de volver? El Señor crea algo nuevo en la tierra: la hembra abrazará al varón.

Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que sembraré en Israel y en Judá simiente de hombres y simiente de animales. Como vigilé sobre ellos para arrancar y arrasar, para destruir y deshacer y maltratar, así vigilaré sobre ellos para edificar y plantar -oráculo del Señor-.

En aquellos días -oráculo del Señor-, ya no se dirá: "Los padres comieron agraces, los hijos tuvieron dentera." Sino que cada uno morirá por su pecado, el que coma agraces tendrá dentera.

Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor -oráculo del Señor-.

Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.»

R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.


V/. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

R/. Renuévame por dentro con espíritu firme.

L. Patrística

La dicha del reino de Cristo
San León Magno

Sermón sobre las bienaventuranzas 95,4-6

Después de hablar de la pobreza, que tanta felicidad proporciona, siguió el Señor diciendo: Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Queridísimos hermanos, el llanto al que está vinculado un consuelo eterno es distinto de la aflicción de este mundo. Los lamentos que se escuchan en este mundo no hacen dichoso a nadie. Es muy distinta la razón de ser de los gemidos de los santos, la causa que produce lágrimas dichosas. La santa tristeza deplora el pecado, el ajeno y el propio. Y la amargura no es motivada por la manera de actuar de la justicia divina, sino por la maldad humana. Y, en este sentido, más hay que deplorar la actitud del que obra mal que la situación del que tiene que sufrir por causa del malvado, porque al injusto su malicia le hunde en el castigo, en cambio, al justo su paciencia lo lleva a la gloria.

Sigue el Señor: Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Se promete la posesión de la tierra a los sufridos y mansos, a los humildes y sencillos y a los que están dispuestos a tolerar toda clase de injusticias. No se ha de mirar esta herencia como vil y deleznable, como si estuviera separada de la patria celestial, de lo contrario no se entiende quién podría entrar en el reino de los cielos. Porque la tierra prometida a los sufridos, en cuya posesión han de entrar los mansos, es la carne de los santos. Esta carne vivió en humillación, por eso mereció una resurrección que la transforma y la reviste de inmortalidad gloriosa, sin temer nada que pueda contrariar al espíritu, sabiendo que van a estar siempre de común acuerdo. Porque entonces el hombre exterior será la posesión pacífica e inamisible del hombre interior.

Y, así, los sufridos heredarán en perpetua paz y sin mengua alguna la tierra prometida, cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Entonces lo que fue riesgo será premio, y lo que fue gravoso se convertirá en honroso.

R/. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.


V/. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

R/. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Sábado, XXII semana del Tiempo Ordinario, feria

Col 1,21-23: Dios os ha reconciliado para haceros santos, sin mancha.

Hermanos:

Antes estabais también vosotros alienados de Dios y erais enemigos suyos por la mentalidad que engendraban vuestras malas acciones; ahora en cambio, gracias a la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados y Dios puede admitiros a su presencia como a un pueblo santo sin mancha y sin reproche.

La condición es que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza que escuchasteis en el Evangelio.

Es el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, y yo, Pablo, fui asignado a su servicio.

Sal 53,3-4.6.8: Dios es mi auxilio.

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre
que es bueno.

Lc 6,1-5: ¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?.

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano.

Unos fariseos les preguntaron:

-¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?

Jesús les replicó:

-¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?

Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados -que sólo pueden comer los sacerdotes-, comió él y les dio a sus compañeros.

Y añadió:

-El Hijo del Hombre es señor del sábado.



Memoria obligatoria

09 Septiembre

Biografía


Pedro Claver nació en Verdún (España) en 1580. A partir de 1596, estudió humanidades y retórica en la universidad de Barcelona, e ingresó la Compañía de Jesús en 1602. Siguió su vocación misionera hacia el nuevo mundo, impulsado por la voz de un santo: san Alonso Rodríguez, portero del colegio de los Jesuitas en Montesión, en alma de Mallorca. En 1616 fue ordenado de sacerdote en Cartagena, misión colombiana, y en esa ciudad, puerto negrero, vivió hasta su muerte, el 8 de septiembre de 1654, consagrando su trabajo a los más miserables de su época: los esclavos negros. El día de su profesión religiosa escribió con su sangre unas palabras que serán el lema de su vida: «Pedro Claver, esclavo de los esclavos negros para siempre.» Fue canonizado por León XIII, en 1888, y proclamado por el mismo pontífice, en 1896, Patrono universal de las misiones entre los negros.



Pistas para la Lectio Divina

Un nuevo sábado: tiempo de gracia
Lucas 6, 1-5
“El Hijo del hombre es señor del sábado”.

A partir de Lc 5,30 comienzan las tensiones entre Jesús y sus adversarios: “¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?”; y también: “Los discípulos de Juan ayunan…, pero los tuyos comen y beben” (5,33). En el pasaje de hoy vemos cómo el clima de tensión empeora: “¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?” (6,2). La novedad de Jesús y la vida nueva de los discípulos sigue causando fuertes reacciones.

Los fariseos consideran la recolección de pocas espigas –a lo mejor de trigo- que los discípulos hacen un día sábado (ver 6,1) como un trabajar el campo, como un cosechar; y les recuerdan que esto está en la lista de las actividades prohibidas. Por lo tanto, se ocupan de recordarles que están infringiendo la ley del reposo festivo: “no es lícito” (no es según la Ley).

Llama la atención que aquí, como también en 5,30, los fariseos no se dirigen directamente a Jesús sino a los discípulos; con todo, se entiende que los discípulos se comportan así porque han sido estimulados por el Maestro. Es así como notamos que el discipulado genera una relación tan estrecha con el Maestro que ésta se vuelve comunión de vida: comunión de actitudes y comportamientos. El discípulo comienza a parecerse a su Maestro.

El reproche que algunos de los fariseos les hacen va en la dirección del declararlos “pecadores”, por cuanto se comportan de manera opuesta a lo mandado por Dios. Ahora bien, la respuesta de Jesús (ver 6,3-5) muestra que no es así. En principio se remite al comportamiento de David, el cual es autoritativo; luego da un salto al anuncio de su propia autoridad.

Veamos tres elementos importantes de la respuesta de Jesús:

(1) El criterio de discernimiento está en la Sagrada Escritura: “¿No habéis leído…?” (6,3ª). Lo que la Escritura busca es la sintonía del actuar del hombre con el querer de Dios. Jesús basa su comportamiento en la Escritura, y precisamente cuando lo acusan de incumplirla.

(2) La Ley no está por encima de las necesidades humanas: “…Cuando (David) sintió hambre” (6,3b). La referencia infiere que la Ley está al servicio de las necesidades humanas. Así lo entendió David cuando hizo una excepción a la regla, como lo narra el episodio de 1ª Samuel 21,2-7. En este pasaje, como subraya Jesús, se ve que David “comió él y dio a los que le acompañaban” (6,4), es decir, que David estaba al servicio de los demás.

(3) Jesús es el “Señor”: “El Hijo del hombre es señor del sábado” (6,5). En última instancia, el punto de referencia que importa no es David sino el mismo Jesús: él tiene autoridad propia, es “Señor del sábado”. Por lo tanto, la identidad y el comportamiento de Jesús es la base del estilo de vida de sus discípulos. Para ello hay que reconocerlo como “Señor” (ver lo que dijo Simón Pedro en 5,8).

Jesús, entonces, en cuanto “Señor”, tiene poder para establecer lo que está permitido y lo que no en el día sábado: el día que hace la memoria de la acción creadora de Dios en el mundo y, de manera especial, su gesta liberadora en el éxodo, la cual llevó a su pueblo al reposo de la tierra. En pocas palabras: cómo Dios se ocupa del hombre.

Por otra parte, en su respuesta, Jesús combate una interpretación formalista del precepto del sábado que está en la mentalidad farisaica. Es así como entra aquí el tema de la libertad frente a la Ley.

Los discípulos aprenden que el tema de la libertad está profundamente relacionado con el plan de Dios que Jesús vino a llevar a cabo. Tres puntos de referencia son importantes: primero, la prioridad de la vida; segundo, la prioridad del proyecto creador de Dios revelado en la Escritura; y tercero, la prioridad del señorío de Jesús, modelo e inspiración de toda actitud y comportamiento del discípulo.

Correlacionando con el texto programático de Lc 4,16-22, en este pasaje queda claro que el tiempo de gracia de Dios, es la buena nueva de un actuar de Dios actual y profundo que cambia la situación de desgracia de los desfavorecidos: “liberación a los cautivos… vista a los ciegos… libertad a los oprimidos”. La libertad de los discípulos para dispensarse de una Ley sabática muestra exactamente lo contrario de lo que los fariseos piensan: los seguidores de Jesús han comprendido que están viviendo los nuevos tiempos que el Dios de la vida y del amor ha inaugurado en su enviado.

Esta es la buena nueva de la salvación: ¡Dios está preocupado por tus necesidades! Caminar junto con Jesús es vivir profundamente el sentido del sábado todos los días.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

¿De los tres elementos importantes de la respuesta de Jesús a los fariseos cuál me llama más la atención? ¿Por qué?

La novedad de Jesús y la vida nueva de los discípulos causa fuertes reacciones. ¿Qué aspectos de mi vida, vividos según Jesús, causan reacciones en los demás? ¿Si no encuentro ninguno será que me falta tomar más en serio la enseñanza de Jesús?

¿La vida de compromiso cristiano de mi grupo, de mi familia o comunidad, le dice algo a los demás? ¿Qué podemos hacer para que nuestra vida en Jesús ayude a generar cambios en el contexto en el cual nos encontramos?


22ª semana. Sábado

LA FE DE SANTA MARÍA


— El sábado, un día dedicado a la Virgen. Honrarla especialmente y meditar sus virtudes.

— La obediencia de la fe.

— Vida de fe de Santa María.

I. Hoy, sábado, es un día apropiado para que meditemos la vida de fe de la Virgen y le pidamos su ayuda para crecer más y más en esta virtud teologal. Desde los primeros siglos, los cristianos han dedicado este día de la semana a honrar de modo muy particular a Nuestra Señora. Algunos teólogos, antiguos y recientes, señalan razones de conveniencia para honrar en este día a nuestra Madre del Cielo. Entre otras, porque el sábado fue para Dios el día de descanso, y la Virgen fue aquella en la que –como escribe San Pedro Damián– «por el misterio de la Encarnación, Dios descansó como en un lecho sacratísimo»1; el sábado es también preparación y camino del domingo, símbolo y signo de la fiesta del Cielo, y la Virgen Santísima es la preparación y el camino hacia Cristo, puerta de la felicidad eterna2. Santo Tomás señala que dedicamos el sábado a nuestra Madre porque «conservó en ese día la fe en el misterio de Cristo mientras Él estaba muerto»3. Y además está el argumento de amor: los cristianos necesitamos un día particular para honrar a Santa María.

Desde muy antiguo, en iglesias, capillas, ermitas y oratorios se reza o se canta la Salve, u otras preces marianas, en la tarde del sábado. Y muchos cristianos procuran esmerarse este día en honrar a la Reina del Cielo: escogen una jaculatoria para repetírsela muchas veces en el día, hacen una visita a alguna persona enferma o sola o necesitada, ofrecen una mortificación que marca ese día mariano, acuden a rezar a alguna ermita o iglesia dedicada a la Virgen, ponen más atención en las oraciones que le dirigen: Santo Rosario, Ángelus o Regina Coeli, la Salve...

Existen muchas devociones marianas, y el cristiano no tiene por qué vivirlas todas, pero «no posee la plenitud de la fe quien no vive alguna de ellas, quien no manifiesta de algún modo su amor a María.

»Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia»4.

«Si buscas a María, encontrarás “necesariamente” a Jesús, y aprenderás –siempre con mayor profundidad– lo que hay en el Corazón de Dios»5. Consideremos cómo vivimos el sábado habitualmente, y si tenemos específicos detalles de cariño hacia la Virgen.

II. Busquemos hoy a Nuestra Señora meditando su fe grande, mayor que la de cualquier otra criatura. Antes de que el Ángel anunciara a la Virgen que había sido elegida para ser la Madre de Dios, Ella meditaba la Sagrada Escritura y profundizaba en su conocimiento como nunca lo hizo otra inteligencia humana. Su entendimiento, que nunca había estado afectado por los daños del pecado, y además esclarecido por la fe y los dones del Espíritu Santo, meditaría con hondura las profecías referentes al Mesías. Esta luz divina, y su amor sin límites a Dios y a los hombres, le hacían anhelar y clamar por la venida del Salvador con mayor vehemencia que los Patriarcas y todos los justos que la habían precedido. Y el Señor se complacía en esa oración llena de fe y de esperanza. Ella, con esa oración, daba más gloria a Dios que el universo entero con todas las demás criaturas.

Cuando llegó la plenitud de los tiempos, bajo la mirada amorosa de la Santísima Trinidad, ante la expectación de los ángeles del Cielo, la Virgen recibe la embajada del Ángel: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres6. Narra San Lucas que la Virgen se turbó al escuchar el mensaje del Ángel, y se puso a considerar qué significaría tal salutación7. En su alma nada se resiste, nada se opone, todo está abierto a la acción directa de Dios. En Ella no hay limitación alguna al querer divino. Dios había preparado su corazón llenándola de gracia, y su libre cooperación a estos dones la convierte en buena tierra para recibir la semilla divina. Inmediatamente prestó su asentimiento pleno, abandonada en el Señor: fiat mihi secundum verbum tuum, hágase en mí según tu palabra.

«En la Anunciación María se ha abandonado en Dios completamente, manifestando “la obediencia de la fe” a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando “el homenaje del entendimiento y de la voluntad” (Const. Dei Verbum, 5). Ha respondido, por tanto, con todo su “yo” humano, femenino, y en esta respuesta de fe estaban contenidas una cooperación perfecta con “la gracia de Dios que previene y socorre” y una disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo, que “perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones” (Ibídem, 5; cfr. Const. Lumen gentium, 56)»8. En la Anunciación tiene lugar el momento culminante de la fe de María: tiene realidad lo que tantas veces había meditado en la intimidad de su corazón; «pero es además el punto de partida, de donde inicia todo su “camino hacia Dios”, todo su camino de fe»9.

Esta es la primera consecuencia de la fe de Santa María en su vida: una plena obediencia a los planes de Dios, que Ella ve con especial hondura. Mirando a nuestra Madre del Cielo vemos nosotros si la fe nos mueve a llevar a cabo la voluntad de Dios, sin poner límites; a querer lo que Él quiere, cuando quiera y del modo que quiera. Examinemos cómo aceptamos las contrariedades normales de la jornada, cómo amamos la enfermedad, el dolor, los planes que hemos de cambiar por circunstancias imprevistas, el fracaso, todo aquello que es contrario a los propios planes o modos de actuar... Pensemos si realmente los resultados positivos y también estas realidades penosas o difíciles de llevar nos santifican, o si, por el contrario, nos alejan del Señor.

III. La vida de Nuestra Señora no fue fácil. No le fueron ahorradas pruebas y dificultades, pero su fe saldrá siempre victoriosa y fortalecida, convirtiéndose en modelo para todos nosotros. «Como Madre, enseña; y, también como Madre, sus lecciones no son ruidosas. Es preciso tener en el alma una base de finura, un toque de delicadeza, para comprender lo que nos manifiesta, más que con promesas, con obras.

»Maestra de fe. ¡Bienaventurada tú, que has creído! (Lc 1, 45), así la saluda Isabel, su prima, cuando Nuestra Señora sube a la montaña para visitarla. Había sido maravilloso aquel acto de fe de Santa María: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38). En el Nacimiento de su Hijo contempla las grandezas de Dios en la tierra: hay un coro de ángeles, y tanto los pastores como los poderosos de la tierra vienen a adorar al Niño. Pero después la Sagrada Familia ha de huir a Egipto, para escapar de los intentos criminales de Herodes. Luego, el silencio: treinta largos años de vida sencilla, ordinaria, como la de un hogar más de un pequeño pueblo de Galilea»10.

En los años de Nazaret brilla en silencio la fe de la Virgen. El Hijo que Dios le ha dado es un niño que crece y se desarrolla como el resto de los seres humanos, que aprende a hablar, a caminar y a trabajar como los demás. Pero sabe que aquel niño es el Hijo de Dios, el Mesías esperado durante siglos. Cuando lo contempla inerme en sus brazos, sabe que es el Omnipotente. Sus relaciones con Él están llenas de amor, porque es su hijo, y de respeto, porque es su Dios. Cuando salen de su boca las primeras palabras entrecortadas, lo mira como a la Sabiduría infinita; cuando lo ve entretenido en sus juegos de niño, o fatigado –después de una jornada de trabajo junto a José, cuando ya es un adolescente–, reconoce en Él al Creador del cielo y de la tierra.

La Virgen actualizaba su fe en los pequeños sucesos de los días normales; se encendía en el trato íntimo con Jesús, y fue creciendo de día en día con esa oración continua que era la relación permanente con su Hijo, enfocando con visión sobrenatural los pequeños y grandes acontecimientos de su vida, santificando «lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de parentesco o de amistad»11.

La fe de Santa María alcanzó su punto culminante iuxta crucem Iesu. Sin palabras, con su sola presencia en el Calvario por designio divino12, manifiesta que la luz de la fe alumbra con esplendor incomparable en su corazón.

Toda la vida de María fue una obediencia a la fe. Contemplándola se comprende que «creer quiere decir “abandonarse” en la verdad misma de la palabra de Dios viviente, sabiendo y reconociendo humildemente “¡cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!” (Rom 11, 33). María, que por la eterna voluntad del Altísimo se ha encontrado, puede decirse, en el centro mismo de aquellos “inescrutables caminos” y de los “insondables designios” de Dios, se conforma a ellos en la penumbra de la fe, aceptando plenamente y con corazón abierto todo lo que está dispuesto en el designio divino»13.

«Nos falta fe. El día en que vivamos esta virtud –confiando en Dios y en su Madre–, seremos valientes y leales. Dios, que es el Dios de siempre, obrará milagros por nuestras manos.

»—¡Dame, oh Jesús, esa fe, que de verdad deseo! Madre mía y Señora mía, María Santísima, ¡haz que yo crea!»14, que sepa enfocar y dirigir todos los acontecimientos con una fe serena e inconmovible.


Salmo 91: Alabanza del Dios creador

Ant: Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.

Deuteronomio 32,1-12: Beneficios de Dios para con su pueblo

Ant: Dad gloria a nuestro Dios.

Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra,
como llovizna sobre la hierba,
como orvallo sobre el césped.

Voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.

Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿No es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?

Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue el lote de su heredad.

Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.

El Señor solo los condujo,
no hubo dioses extraños con él.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dad gloria a nuestro Dios.

Salmo 8: Las maravillas de la creación

Ant: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre
en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar.

Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre,
en toda la tierra!

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!

Lectura

Rm 12,14-16a

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.

V/. Te aclamarán mis labios, Señor.

R/. Te aclamarán mis labios, Señor.

V/. Mi lengua recitará tu auxilio.

R/. Mis labios, Señor.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

R/. Te aclamarán mis labios, Señor.

Cántico Ev.

Ant: Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la paz.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Guía nuestros pasos, Señor, por el camino de la paz.

Preces

Celebremos la sabiduría y la bondad de Cristo, que ha querido ser amado y servido en los hermanos, especialmente en los que sufren, y supliquémosle insistentemente, diciendo:

Haznos perfectos en la caridad, Señor.

- Al recordar esta mañana tu santa resurrección,
te pedimos, Señor, que extiendas los beneficios de tu redención a todos los hombres.

- Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano
y ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre.

- Enséñanos, Señor, a describir tu imagen en todos los hombres
y a saberte servir a ti en cada uno de ellos.

- Oh Cristo, vid verdadera de la que nosotros somos sarmientos,
haz que permanezcamos en ti y demos fruto abundante para que con ello reciba gloria Dios Padre.

Con la confianza que nos da nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo, como nos enseñó Cristo:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

Final

Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua alabanza en tu honor; y, pues toda nuestra existencia es puro don de tu liberalidad, que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente dedicada. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

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