Custodia

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Saludo

Bendición

martes, 18 de abril de 2023

Oficio de lecturas +

 


Miércoles II de Pascua, feria
Oficio de Lecturas

V/. -Señor, Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

Invitatorio
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

Ant: Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

-se repite la antífona

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

-se repite la antífona

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

-se repite la antífona

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

-se repite la antífona

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»

-se repite la antífona

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 
Himno

¡Cristo ha resucitado!
¡Resucitemos con él!
¡Aleluya, aleluya!

Muerte y Vida lucharon,
y la muerte fue vencida.
¡Aleluya, aleluya!

Es el grano que muere
para el triunfo de la espiga.
¡Aleluya, aleluya!

Cristo es nuestra esperanza
nuestra paz y nuestra vida.
¡Aleluya, aleluya!

Vivamos vida nueva,
el bautismo es nuestra Pascua.
¡Aleluya, aleluya!

¡Cristo ha resucitado!
¡Resucitemos con él!
¡Aleluya, aleluya! Amén.

o bien:



La bella flor que en el suelo
plantada se vio marchita
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

De tierra estuvo cubierto,
pero no fructificó
del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerto.
Y, aunque a los ojos del suelo
se puso después marchita,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Toda es de flores la fiesta,
flores de finos olores,
más no se irá todo en flores,
porque flor de fruto es ésta.
Y, mientras su Iglesia grita
mendigando algún consuelo,
ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Que nadie se sienta muerto
cuando resucita Dios,
que, si el barco llega al puerto,
llegamos junto con vos.
Hoy la cristiandad se quita
sus vestiduras de duelo.
Ya torna, ya resucita,
ya su olor inunda el cielo.

Salmo 38 - I: Súplica de un enfermo

Ant: También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo. Aleluya.

Yo me dije: «vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente.»

Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.

«Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy.»

Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como una sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo. Aleluya.

Salmo 38 - II:

Ant: Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto. Aleluya.

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis inquietudes,
no me hagas la burla de los necios.

Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.

Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.

Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;

porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplácate, dame respiro,
antes de que pase y no exista.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto. Aleluya.

Salmo 51: Contra la violencia de los calumniadores

Ant: Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. Aleluya.

¿Por qué te glorías de la maldad
y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias,
tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes;

prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera.

Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces
del suelo vital.

Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él:
«Mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes.»

Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás.

Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
«Tu nombre es bueno»

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. Aleluya.

V/. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos. Aleluya.
R/. Y así hemos puesto en Dios nuestra fe y nuestra esperanza. Aleluya.


Lectura

V/. Dios resucitó a Cristo de entre los muertos. Aleluya.
R/. Y así hemos puesto en Dios nuestra fe y nuestra esperanza. Aleluya.

A las Iglesias de Pérgamo y de Tiatira
Ap 2,12-29
Yo, Juan, oí como el Señor me decía:
«Al ángel de la Iglesia de Pérgamo escribe así:
"Esto dice el que tiene la espada aguda de dos filos: Sé dónde habitas, donde Satanás tiene su trono. A pesar de eso, te mantienes conmigo, y no renegaste de mi fe ni siquiera cuando a Antipas, mi testigo, mi fiel, lo mataron en vuestra ciudad, morada de Satanás. Tengo, sin embargo, algo en contra tuya: tienes ahí algunos que profesan la doctrina de Balaán, el que enseñó a Balac a tentar a los israelitas incitándolos a participar en banquetes idolátricos y a fornicar. Además otra cosa: también tú tienes algunos que profesan la doctrina de los nicolaítas. A ver si te arrepientes, que, si no, iré en seguida y los combatiré con la espada de mi boca.
Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias. Al que salga vencedor le daré maná escondido y le daré también un guijarro blanco; el guijarro lleva escrito un nombre nuevo que sólo sabe el que lo recibe."
Al ángel de la Iglesia de Tiatira escribe así:
"Esto dice el Hijo de Dios, el de ojos llameantes y pies como bronce: Conozco tus obras, tu amor, fe, dedicación y aguante, y últimamente tu actividad es mayor que al principio; pero tengo en contra tuya que toleras a esa Jezabel, la mujer que dice poseer el don de profecía y que extravía a mis siervos con su enseñanza, incitándolos a la fornicación y a participar en banquetes idolátricos. Le di tiempo para arrepentirse, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. Mira, la voy a postrar en cama, y a sus amantes los voy a poner en grave aprieto, si no se arrepienten de su conducta. A los hijos que tuvo les daré muerte; así sabrán todas las Iglesias que yo soy el que escruta corazones y mentes y que os voy a pagar a cada uno conforme a sus obras.
Ahora me dirijo a vosotros, los demás de Tiatira que no profesáis esa doctrina ni habéis experimentado lo que ellos llaman las profundidades de Satanás. No os impongo ninguna otra carga, basta que mantengáis lo que tenéis hasta que yo llegue.
Al que salga vencedor, cumpliendo hasta el final mis obras, le daré autoridad sobre las naciones -la misma que yo tengo de mi Padre-; las regirá con cetro de hierro y las hará pedazos como a jarros de loza. Le daré también el lucero de la mañana. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias."»
R/. Esto dice el Hijo de Dios, el de los ojos llameantes: «Yo soy el que escruta corazones y mentes, y os voy a pagar a cada uno conforme a sus obras.» Aleluya.
V/. Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario.
R/. Y os voy a pagar a cada uno conforme a sus obras.» Aleluya.

L. Patrística

Cristo vive en su Iglesia
San León Magno
Sermón sobre la Pasión 12,3,6-7
Es indudable, queridos hermanos que la naturaleza humana fue asumida tan íntimamente por el Hijo de Dios, que no sólo en él, que es el primogénito de toda criatura, sino también en todos sus santos, no hay más que un solo Cristo; pues del mismo modo que la cabeza no puede separarse de los miembros, tampoco los miembros de la cabeza.
Aunque no es propio de esta vida, sino de la eterna, el que Dios lo sea todo en todos, no por ello deja de ser ya ahora el Señor huésped inseparable de su templo que es la Iglesia, de acuerdo con lo que él mismo prometió al decir: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Por ello, todo cuanto el Hijo de Dios hizo y enseñó para la reconciliación del mundo, no sólo podemos conocerlo por la historia de los acontecimientos pasados, sino también sentirlo en la eficacia de las obras presentes.
Por obra del Espíritu Santo nació él de una Virgen, y por obra del mismo Espíritu Santo fecunda también su Iglesia pura, a fin de que dé a luz a multitud innumerable de hijos de Dios, de quienes está escrito: éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Él es aquel vástago en quien fue bendecida la descendencia de Abrahán y por quien la adopción filial se extendió a todos los pueblos, llegando por ello Abrahán a ser el padre de todos los hijos nacidos, no de la carne, sino de la fe en la promesa.
Él es también quien, sin excluir a ningún pueblo, ha reunido en una sola grey las santas ovejas de todas las naciones que hay bajo el cielo, realizando cada día lo que prometió cuando dijo: Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor.
Porque si bien fue a Pedro a quien dijo principalmente, apacienta mis ovejas, sólo el Señor es quien controla el cuidado de todos los pastores, y alienta a los que acuden a la roca de su Iglesia con tan abundantes y regados pastos, que son innumerables las ovejas que, fortalecidas con la suculencia de su amor, no dudan en morir por el nombre del Pastor, como el buen pastor se dignó ofrecer su vida por sus ovejas.
Es él también aquél en cuya pasión participa no sólo la gloriosa fortaleza de los mártires, sino también la fe de todos los que renacen en el bautismo.
Por este motivo la Pascua del Señor se celebra legítimamente con ácimo de sinceridad y de verdad si, desechado el fermento de la antigua malicia, la nueva criatura se embriaga y nutre del mismo Señor. Porque la participación del cuerpo y de la sangre de Cristo no hace otra cosa sino convertirnos en lo que recibimos: y seamos portadores, en nuestro espíritu y en nuestra carne, de aquel en quien y con quien hemos sido muertos, sepultados y resucitados.
R/. Yo soy el buen Pastor; yo conozco a mis ovejas y las mías me conocen. Aleluya.
V/. Yo mismo en persona buscaré a a mis ovejas, siguiendo su rastro. Las sacaré de entre los pueblos y las apacentaré.
R/. Yo conozco a mis ovejas y las mías me conocen. Aleluya.


Oremos:

Al revivir nuevamente este año el misterio pascual, en el que la humanidad recobra la dignidad perdida y adquiere la esperanza de la resurrección futura, te pedimos, Señor de clemencia, que el misterio celebrado en la fe se actualice siempre en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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