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Bendición

jueves, 9 de noviembre de 2023

Vísperas +

 


La dedicación de la Basílica de Letrán, fiesta
Vísperas

(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)
V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

 
Himno

Nueva Jerusalén y ciudad santa,
nuevo Israel, nueva morada
de la comunidad de Dios en Cristo edificada,
Iglesia santa.

Esposa engalanada, con Cristo desposada
por obra del Espíritu en sólida alianza,
divino hogar, fuego de Dios que al mundo inflama,
Iglesia santa.

Edén de Dios y nuevo paraíso,
donde el nuevo Adán recrea a sus hermanos,
donde el "no" del pecador, por pura gracia,
el "sí" eterno de amor de Dios alcanza,
Iglesia santa.

Adoremos a Dios omnipotente y a su Espíritu,
que en el Hijo Jesús, Señor constituido,
del hombre que ha caído raza de Dios levanta,
Iglesia santa. Amén.

Salmo 45: Dios, refugio y fortaleza de su pueblo

Ant: El Altísimo consagra su morada; teniendo a Dios en medio de ella, no vacila.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.

Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Altísimo consagra su morada; teniendo a Dios en medio de ella, no vacila.

Salmo 121: La ciudad santa de Jerusalén

Ant: Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Vamos alegres a la casa del Señor.

Apocalipsis 19 / Apocalipsis 15:

Ant: Alabad a Dios, todos sus santos.
en Cuaresma: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor.

Este cántico se utiliza en todos los tiempos, excepto Cuaresma:

Apocalipsis 19,1-7


Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
Aleluya.

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
Aleluya.

Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Aleluya.

Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
Aleluya.


Este cántico se utiliza exclusivamente en Cuaresma, con su antífona correspondiente:

Apocalipsis 15, 3-4

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Alabad a Dios, todos sus santos.
en Cuaresma: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor.

Lectura

Ap 21, 2-3.22.27
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios.» Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero. Nunca entrará en ella nada impuro, ni idólatras ni impostores; sólo entrarán los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero.

V/. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.
R/. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.
V/. Alabándote siempre.
R/. En tu casa.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Dichosos, Señor, los que viven en tu casa.

Cántico Ev.

Ant: Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Santificó el Señor su tabernáculo, porque ésta es la casa de Dios, donde se invoca su nombre, del cual está escrito: «Mi nombre habitará allí», dice el Señor.

Preces

Oremos, hermanos, a nuestro Salvador, que dio su vida para reunir a los hijos de Dios dispersos, y digámosle:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia
  • - Señor Jesús, que cimentaste tu casa en la roca,
    confirma y robustece la fe y la esperanza de tu Iglesia.
  • - Señor Jesús, de cuyo costado salió sangre y agua,
    renueva la Iglesia con los sacramentos de la nueva y eterna alianza.
  • - Señor Jesús, que estás en medio de los que se reúnen en tu nombre,
    atiende la oración unánime de tu Iglesia congregada.
  • - Señor Jesús, que con el Padre vienes y haces morada en los que te aman,
    perfecciona a tu Iglesia por la caridad.
  • - Señor Jesús, que no echas fuera a ninguno de los que vienen a ti,
    acoge a todos los difuntos en la mansión del Padre.

Ya que por Jesucristo somos hijos de Dios, oremos con confianza a Dios, nuestro Padre:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Final

En la misma iglesia dedicada::

Señor, tú que nos haces revivir cada año el día de la consagración de esta iglesia, escucha las plegarias de tu pueblo, y haz que en este lugar se te ofrezca siempre un servicio digno y así tus fieles obtengan los frutos de una plena redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.


Fuera de la iglesia dedicada::

Señor, tú que edificas el templo de tu gloria con piedras vivas y elegidas, multiplica en tu Iglesia los dones del Espíritu Santo, a fin de que tu pueblo crezca siempre para edificación de la Jerusalén celeste. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.


o bien:

Señor, Dios nuestro, que has querido que tu pueblo se llamara Iglesia, haz que, reunida en tu nombre, te venere, te ame, te siga y, guiada por ti, alcance el reino que le has prometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

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