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Bendición

domingo, 1 de enero de 2023

Vísperas +

 Santa María, Madre de Dios, solemnidad

Vísperas


(se hace la señal de la cruz mientras se dice:)

V/. -Dios mío, ven en mi auxilio.

R/. -Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya


 

Himno


Hoy, Señor Jesús, el hombre en este suelo

cantar quiere tu amor,

y, junto con los ángeles del cielo,

te ofrece su loor.


Este Jesús en brazos de María

es nuestra redención;

cielos y tierra con su abrazo unía

de paz y de perdón.


Tú eres el Rey de paz, de ti recibe

su luz el porvenir;

Ángel del gran Consejo, por ti vive

cuánto llega a existir.


A ti, Señor, y al Padre la alabanza,

y de ambos al Amor.

Contigo al mundo llega la esperanza;

a ti gloria y honor. Amén.


Salmo 121: La ciudad santa de Jerusalén


Ant: ¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad.


¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.


Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,


según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia,

en el palacio de David.


Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios».


Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo».

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: ¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad.


Salmo 126: El esfuerzo humano es inútil sin Dios


Ant: Cuando naciste inefablemente de la Virgen, se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón para salvar a los hombres. Te alabamos, Dios nuestro.


Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.


Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

que comáis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!


La herencia que da el Señor son los hijos;

su salario, el fruto del vientre:

son saetas en manos de un guerrero

los hijos de la juventud.


Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

No quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: Cuando naciste inefablemente de la Virgen, se cumplieron las Escrituras: descendiste como el rocío sobre el vellón para salvar a los hombres. Te alabamos, Dios nuestro.


Efesios 1, 3-10: El Dios Salvador


Ant: En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada. Madre de Dios, intercede por nosotros.


Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.


Él nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos santos

e irreprochables ante Él por el amor.


Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.


Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.


Este es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

recapitular en Cristo todas las cosas

del cielo y de la tierra.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada. Madre de Dios, intercede por nosotros.


Lectura


Ga 4,4-5

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.


V/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.

V/. Y acampó entre nosotros.

R/. Aleluya, Aleluya.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

R/. La Palabra se hizo carne. Aleluya, Aleluya.


Cántico Ev.


Ant: ¡Dichoso el vientre que te llevó, oh Cristo, y dichosos los pechos que te criaron, oh Señor y Salvador del mundo! Aleluya.


(se hace la señal de la cruz mientras se comienza a recitar)

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.


Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.


Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.


Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.


Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo

como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.


Ant: ¡Dichoso el vientre que te llevó, oh Cristo, y dichosos los pechos que te criaron, oh Señor y Salvador del mundo! Aleluya.


Preces


Bendigamos a Cristo, el "Dios-con-nosotros", a quien María concibió y dio a luz, y supliquémosle diciendo:

Hijo de La Virgen María, escúchanos

- Tú que diste a Maria el gozo de la maternidad,

concede a todos los padres y madres de familia poder alegrarse en sus hijos

- Rey pacífico, cuyo reino es justicia y paz,

haz que busquemos siempre lo que lleva a la paz

- Tú que viniste para hacer del género humano el pueblo de Dios,

haz que todas las naciones alcancen la concordia mutua y vivan como una sola familia

- Tú que al nacer en una familia fortaleciste los vínculos familiares,

haz que las familias vean crecer su unidad

- Tú que quisiste nacer en nuestro tiempo,

concede a los difuntos nacer a tu eternidad


Como hijos que somos de Dios, dirijámonos a nuestro Padre con la oración que Cristo nos enseñó:


Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.


Final


Dios y Señor nuestro, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquella de quien hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

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