Custodia

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Saludo

Bendición

jueves, 1 de junio de 2023

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Completas

INVOCACIÓN INICIAL


V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


EXAMEN DE CONCIENCIA


Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con un acto penitencial, de la siguiente forma:


Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.


Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de las siguientes fórmulas penitenciales:


I


Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.


Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.


II


V. Señor, ten misericordia de nosotros.

R. Porque hemos pecado contra ti.


V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

R. Y danos tu salvación.


III


V. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos, Señor, ten piedad (de nosotros).

R. Señor, ten piedad (de nosotros).


V. Tú que has venido a llamar a los pecadores, Cristo, ten piedad (de nosotros).

R. Cristo, ten piedad (de nosotros).


V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros, Señor, ten piedad (de nosotros).

R. Señor, ten piedad (de nosotros).


Pueden usarse otras invocaciones penitenciales.


Si preside la celebración un ministro, él solo dice la absolución siguiente; en caso contrario, la dicen todos:


V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.


HIMNO


A continuación se dice uno de los himnos siguientes:


Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.


Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.


Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.


Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.


O bien:


Se inclina ya mi frente,

sellado está el trabajo;

Señor, tu pecho sea

la gracia del descanso.


Mis ojos se retiran,

la voz deja su canto,

pero el amor enciende

su lámpara velando.


Lucero que te fuiste,

con gran amor amado,

en tu gloria dormimos

y en sueños te adoramos. Amén.


SALMODIA


Ant. Mi carne descansa serena


Salmo 15


CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN

Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. (Hch 2,24)


Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

Los dioses y señores de la tierra

no me satisfacen.


Multiplican las estatuas

de dioses extraños;

no derramaré sus libaciones con mis manos,

ni tomaré sus nombres en mis labios.


El Señor es mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano:

me ha tocado un lote hermoso,

me encanta mi heredad.


Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.


Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.


Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.


Ant. Mi carne descansa serena


LECTURA BREVE 1Ts 5, 23


Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.


RESPONSORIO BREVE


V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.


V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.


CÁNTICO EVANGÉLICO


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón Lc 2, 29-32


CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,


porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos:


luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.


Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Oración


Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor


CONCLUSIÓN


Bendición


Después de la oración conclusiva se dice la siguiente bendición, incluso cuando el Oficio lo reza una sola persona:


V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.


Antífona final de la Santísima Virgen


Se termina con una de las antífonas de la Santísima Virgen que se presentan a continuación, o con algún otro canto debidamente aprobado.


I


Madre del Redentor, virgen fecunda,

puerta del cielo siempre abierta,

estrella del mar,


ven a librar al pueblo que tropieza

y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,

engendraste a tu santo Creador,

y permaneces siempre virgen.


Recibe el saludo del ángel Gabriel,

y ten piedad de nosotros, pecadores.


II


Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve raíz, salve puerta,

que dio paso a nuestra luz.


Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.


III


Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.


A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos, gimiendo y llorando,

en este valle de lágrimas.


Ea, pues. Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.


¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce Virgen María!


IV


Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.

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