Custodia

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Saludo

Bendición

sábado, 1 de junio de 2024

Laudes y tercia +

 Laudes y tercia +


V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


HIMNO


Palabra del Señor ya rubricada

es la vida del mártir, ofrecida

como prueba fiel de que la espada

no puede ya truncar la fe vivida.


Fuente de fe y de luz es su memoria,

coraje para el justo en la batalla

del bien, de la verdad, siempre victoria

que, en vida y muerte, el justo en Cristo halla.


Martirio es el dolor de cada día,

si en Cristo y con amor es aceptado,

fuego lento de amor que en la alegría

de servir al Señor es consumado.


Concédenos, oh Padre, sin medida,

y tú, Señor Jesús crucificado,

el fuego del Espíritu de vida

para vivir el don que nos has dado. Amén.


 Que tu mano, Señor, me auxilie, ya que prefiero tus decretos.


Salmo 118, 169-176


Que llegue mi clamor a tu presencia,

Señor, con tus palabras dame inteligencia;

que mi súplica entre en tu presencia,

líbrame según tu promesa;

de mis labios brota la alabanza,

porque me enseñaste tus leyes.


Mi lengua canta tu fidelidad,

porque todos tus preceptos son justos;

que tu mano me auxilie,

ya que prefiero tus decretos;

ansío tu salvación, Señor;

tu voluntad es mi delicia.


Que mi alma viva para alabarte,

que tus mandamientos me auxilien;

me extravié como oveja perdida:

busca a tu siervo, que no olvida tus mandatos.


Ant. Que tu mano, Señor, me auxilie, ya que prefiero tus decretos.


Ant. 2. Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre.


Salmo 44


LAS NUPCIAS DEL REY

¡Llega el esposo, salid a recibirlo! (Mt 25, 6)


I


Me brota del corazón un poema bello,

recito mis versos a un rey;

mi lengua es ágil pluma de escribano.


Eres el más bello de los hombres,

en tus labios se derrama la gracia,

el Señor te bendice eternamente.


Cíñete al flanco la espada, valiente:

es tu gala y tu orgullo;

cabalga victorioso por la verdad y la justicia,

tu diestra te enseñe a realizar proezas.

Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,

se acobardan los enemigos del rey.


Tu trono, ¡oh dios!, permanece para siempre;

cetro de rectitud es tu cetro real;

has amado la justicia y odiado la impiedad:

por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido

con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.


A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,

desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina

enjoyada con oro de Ofir.


Ant. Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre.


Ant. 3. Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.


II


Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna:

prendado está el rey de tu belleza,

póstrate ante él, que él es tu señor.

La ciudad de Tiro viene con regalos,

los pueblos más ricos buscan tu favor.


Ya entra la princesa, bellísima,

vestida de perlas y brocado;

la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,

la siguen sus compañeras:

las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real.


«A cambio de tus padres tendrás hijos,

que nombrarás príncipes por toda la tierra.»


Quiero hacer memorable tu nombre

por generaciones y generaciones,


y los pueblos te alabarán

por los siglos de los siglos.


Ant. Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.


LECTURA BREVE Dn 6, 26b-27


Teman y tiemblen ante Dios: Él es el Dios vivo que subsiste por siempre, su reino no será destruido y su imperio durará hasta el fin. El que salva y libera obra señales y milagros.


V. Rendíos, reconoced que yo soy Dios.

R. Más alto que los pueblos, más alto que la tierra.


 Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.


Salmo 91


ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES

Este salmo canta las maravillas realizadas en Cristo. (S. Atanasio)


Es bueno dar gracias al Señor

y tocar para tu nombre, oh Altísimo,

proclamar por la mañana tu misericordia

y de noche tu fidelidad,

con arpas de diez cuerdas y laúdes

sobre arpegios de cítaras.


Tus acciones, Señor, son mi alegría,

y mi júbilo, las obras de tus manos.

¡Qué magníficas son tus obras, Señor,

qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiende

ni el necio se da cuenta.


Aunque germinen como hierba los malvados

y florezcan los malhechores,

serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor,

eres excelso por los siglos.


Porque tus enemigos, Señor, perecerán,

los malhechores serán dispersados;

pero a mí me das la fuerza de un búfalo

y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos no temerán a mis enemigos,

mis oídos escucharán su derrota.


El justo crecerá como una palmera

y se alzará como un cedro del Líbano:

plantado en la casa del Señor,

crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto


y estará lozano y frondoso,

para proclamar que el Señor es justo,

que en mi Roca no existe la maldad.


Ant. Es bueno tocar para tu nombre, oh Altísimo, y proclamar por la mañana tu misericordia.


Ant. 2. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.


Cántico Ez 36, 24-28


DIOS RENOVARÁ A SU PUEBLO

Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos. (Ap 21, 3)


Os recogeré de entre las naciones,

os reuniré de todos los países,

y os llevaré a vuestra tierra.


Derramaré sobre vosotros un agua pura

que os purificará:

de todas vuestras inmundicias e idolatrías

os he de purificar;

y os daré un corazón nuevo,

y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,

y os daré un corazón de carne.


Os infundiré mi espíritu,

y haré que caminéis según mis preceptos,

y que guardéis y cumpláis mis mandatos.


Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres.

Vosotros seréis mi pueblo

y yo seré vuestro Dios.


Ant. Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo.


Ant. 3. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.


Salmo 8


MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE

Todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. (Ef 1, 22)


Señor, dueño nuestro,

¡qué admirable es tu nombre

en toda la tierra!


Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.

De la boca de los niños de pecho

has sacado una alabanza contra tus enemigos,

para reprimir al adversario y al rebelde.


Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;

la luna y las estrellas que has creado,

¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;

el ser humano, para darle poder?


Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y dignidad,

le diste el mando sobre las obras de tus manos,

todo lo sometiste bajo sus pies:


rebaños de ovejas y toros,

y hasta las bestias del campo,

las aves del cielo, los peces del mar,

que trazan sendas por las aguas.


Señor, dueño nuestro,

¡qué admirable es tu nombre

en toda la tierra!


Ant. De la boca de los niños de pecho, Señor, has sacado una alabanza.


LECTURA BREVE 2Co 1, 3-5


Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo.


RESPONSORIO BREVE


V. El Señor es mi fuerza y mi energía.

R. El Señor es mi fuerza y mi energía.


V. Él es mi salvación.

R. Y mi energía.


V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El Señor es mi fuerza y mi energía.


CÁNTICO EVANGÉLICO


Ant. Al ofrecer nuestro sacrificio, alabamos al Creador de todo, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Aleluya.


Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79


EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas.


Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con

nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.


Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.


Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén


Ant. Al ofrecer nuestro sacrificio, alabamos al Creador de todo, por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo. Aleluya.


PRECES


Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios, aclamémosle diciendo:

Nos has comprado, Señor, con tu sangre.


Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida como testimonio de la fe,

concédenos, Señor, la verdadera libertad de espíritu.


Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar su sangre,

concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.


Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus pasos,

concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la vida.


Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre del Cordero,

concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.


Se pueden añadir algunas intenciones libres.


Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo: Padre nuestro.


Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.


Dios nuestro, que enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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