Custodia

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Saludo

Bendición

jueves, 23 de mayo de 2024

Tercia +

 Tercia

V. Dios mío, ven en mi auxilio.

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.


HIMNO


Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,

Amor, que en tus incendios nos abrasas:

renueva el alma de este pueblo tuyo

que por mis labios canta tu alabanza.


En sus fatigas diarias, sé descanso;

en su lucha tenaz, vigor y gracia:

haz germinar la caridad del Padre,

que engendra flores y que quema zarzas.


Ven, Amor, que iluminas el camino,

compañero divino de las almas:

ven con tu viento a sacudir al mundo

y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.


O bien, Fuera de los domingos y de las solemnidades:


El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.


Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.


En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.


SALMODIA


Ant. 1. Sostenme, Señor, con tu promesa y viviré.


Salmo 118, 113-120


Detesto a los inconstantes

y amo tu voluntad;

tú eres mi refugio y mi escudo,

yo espero en tu palabra;

apartaos de mí los perversos,

y cumpliré tus mandatos, Dios mío.


Sosténme con tu promesa y viviré,

que no quede frustrada mi esperanza;

dame apoyo y estaré a salvo,

me fijaré en tus leyes sin cesar;

desprecias a los que se desvían de tus decretos,

sus proyectos son engaño.


Tienes por escoria a los malvados,

por eso amo tus preceptos;

mi carne se estremece con tu temor,

y respeto tus mandamientos.


Ant. Sosténme, Señor, con tu promesa y viviré.


Ant. 2. Socórrenos, Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.


Salmo 78, 1-5. 8-11. 13


LAMENTACIÓN ANTE LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN

¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! (Lc 19, 42)


Dios mío, los gentiles han entrado en tu heredad,

han profanado tu santo templo,

han reducido Jerusalén a ruinas.


Echaron los cadáveres de tus siervos

en pasto a las aves del cielo,

y la carne de tus fieles

a las fieras de la tierra.


Derramaron su sangre como agua

en torno a Jerusalén,

y nadie la enterraba.


Fuimos el escarnio de nuestros vecinos,

la irrisión y la burla de los que nos rodean.


¿Hasta cuándo, Señor?

¿Vas a estar siempre enojado?

¿Va a arder como fuego tu cólera?


No recuerdes contra nosotros

las culpas de nuestros padres;

que tu compasión nos alcance pronto,

pues estamos agotados.


Socórrenos, Dios salvador nuestro,

por el honor de tu nombre;

líbranos y perdona nuestros pecados

a causa de tu nombre.


¿Por qué han de decir los gentiles:

«Dónde está su Dios»?

Que a nuestra vista conozcan los gentiles la venganza

de la sangre de tus siervos derramada.


Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:

con tu brazo poderoso, salva a los condenados a

muerte.


Mientras, nosotros, pueblo tuyo,

ovejas de tu rebaño,

te daremos gracias siempre,

cantaremos tus alabanzas

de generación en generación.


Ant. Socórrenos, Dios salvador nuestro, y perdona nuestros pecados.


Ant. 3. Dios de los ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.


Salmo 79


VEN A VISITAR TU VIÑA

Ven, Señor Jesús. (Ap 22, 20)


Pastor de Israel, escucha,

tú que guías a José como a un rebaño;

tú que te sientas sobre querubines, resplandece

ante Efraím, Benjamín y Manasés;

despierta tu poder y ven a salvarnos.


¡Oh Dios!, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.


Señor Dios de los ejércitos,

¿hasta cuándo estarás airado

mientras tu pueblo te suplica?


Le diste a comer llanto,

a beber lágrimas a tragos;

nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,

nuestros enemigos se burlan de nosotros.


Dios de los ejércitos, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.


Sacaste una vid de Egipto,

expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;

le preparaste el terreno y echó raíces

hasta llenar el país;


su sombra cubría las montañas,

y sus pámpanos, los cedros altísimos;

extendió sus sarmientos hasta el mar,

y sus brotes hasta el Gran Río.


¿Por qué has derribado su cerca

para que la saqueen los viandantes,

la pisoteen los jabalíes

y se la coman las alimañas?


Dios de los ejércitos, vuélvete:

mira desde el cielo, fíjate,

ven a visitar tu viña,

la cepa que tu diestra plantó,

y que tú hiciste vigorosa.


La han talado y le han prendido fuego:

con un bramido hazlos perecer.

Que tu mano proteja a tu escogido,

al hombre que tú fortaleciste.

No nos alejaremos de ti:

danos vida, para que invoquemos tu nombre.


Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.


Ant. Dios de los ejércitos, mira desde el cielo y ven a visitar tu viña.


LECTURA BREVE Sb 19, 20b


En verdad, Señor, que en todo engrandeciste a tu pueblo y lo glorificaste, y no te desdeñaste de asistirlo en todo tiempo y en todo lugar.


V. Tú, oh Dios, haciendo maravillas.

R. Mostraste tu poder a los pueblos.


Oremos


Señor Dios, que a la hora de tercia enviaste al Espíritu Santo sobre los apóstoles reunidos en oración, concédenos también a nosotros participar de los dones de ese mismo Espíritu. Por Cristo nuestro Señor.


V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

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